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domingo, 30 de noviembre de 2014

TEMA 6. VARIACIONES DE LA LENGUA


¿Por qué hay quien le dice campo santo al panteón? ¿De qué manera es más correcto llamarle: pasto, zacate o césped? ¿Por qué se le dice Monte de Piedad a las casas de empeño?  ¿Qué es un regidor y que un párvulo? ¿Por qué se escucha  diferente el español del norte, del centro, del sur y de la costa si todos hablamos español y somos del mismo país? Estas y otras parecidas, son preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez. La lengua es un fenómeno vivo y en constante cambio, cada lengua o idioma tiene variantes dialectales, pues cada uno de los usuarios de la lengua tenemos una forma distinta de usar la lengua, es decir un idieolecto particular, influido por el lugar donde vivimos, nuestra educación, trabajo, edad, género e incluso los lugares donde hemos vivido.


JERGA Y ARGOT

Como ya hemos mencionado, la disciplina que se encarga de estudiar la lengua y sus fenómenos es la lingüística y sus principales ramas son la fonética, la semántica y la etnolingüística. Como disciplinas relativamente nuevas, y que tienen como objeto de estudio un fenómeno tan complejo, y constante cambio y crecimiento como es la lengua y sus variantes, a veces resulta complicado llegar a acuerdos definitivos. Tal es el caso que ahora nos ocupa: la diferencia entre jerga y el argot.
Varios autores como el lingüista inglés Michael Halliday y la mexicana Elizabeth Luna Traill coinciden en que la jerga, al igual que el argot, consisten en una variedad de la lengua que caracteriza el habla de determinado grupo social o profesional con el propósito de distinguirlo. Dicho de otra manera, es el lenguaje particular que utiliza un grupo determinado de personas que se identifican por las actividades que realizan. Así, es común que cada profesión se distinga una determinada jerga lingüística que, generalmente, solo es dominada por los especialistas que la manejan. Un ejemplo muy característica es el lenguaje médico. Para los pacientes suele ser difícil entender la terminología empleada en el diagnóstico, por lo que es común pedirle al médico que lo explique con palabras que sean de fácil comprensión, es decir, sin jerga médica. Y es que no es común que quien no ejerza la medicina sepa que una isquemia miocárdica prolongada no es sino un infarto. Lo mismo ocurre en el ambiente jurídico. Recientemente, el polémico documental mexicano Presunto culpable muestra, entre otras cuestiones cómo es complicado responder a las preguntas del juez cuando él utiliza jerga legal. Por ejemplo, se le pide al testigo que proporciones la “media filiación” del acusado, que no es otra cosa que la descripción física del mismo. Sin embargo, para quienes no somos abogados es difícil entender a que se refiere tal solicitud.
Algunas jergas de determinados grupos sociales tienen como finalidad que el mensaje no pueda ser comprendido por personas que no pertenecen a su grupo, creando así formas nuevas. Por ejemplo, “hablar con la f” que consiste en agregar a cada sílaba normal una nueva sílaba formada con la letra f y la misma vocal.

No me acuerdo
Nofo mefe afacueferdofo

Dar un valor nuevo a palabras comunes y de uso general o por broma o ironía, también constituye la invención de una jerga. Observa el ejemplo:

¡Qué milanesas que te dejas bisteses!
¡Qué milagro que te dejas ver!
 
Como hemos dicho anteriormente, el español es un sistema de signos y reglas que permite la comunicación de toda nuestra comunidad lingüística, pero que depende de quién, donde y cuando lo utilice; de esta forma podemos encontrarnos con dialectos y variantes de distintos tipo.
Variedades diatópicas.  Estas dependen del lugar y se llaman variantes dialectales, así podemos identificar y diferenciar el español cubano, el español ibérico o peninsular, el español colombiano y de manera más específica podemos hacer diferencias claras entre variantes dialectales que se hablan en un mismo país, por ejemplo, diferenciar entre el español de la capital de la ciudad y de ciudades como Monterrey, Nuevo León y Mérida, Yucatán. 

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